Segundo al mando – 3ª parte
El Druida no era solo el líder político de Cenícea, sino que
también llevaba consigo el cargo de rebuscado nombre de Mayor de Runas, que
traía consigo el liderazgo espiritual. Ya que el cargo de Esdorak de chambelán
también traía consigo un importante puesto en la Iglesia del Diamante de los
dioses humanos este consideró apropiado vestirse con las ropas de religioso,
algo que no le parecía muy buena idea a Joromun, ya que sabía que ,si bien los
enanos no son muy religiosos, no se toman a bien ninguna religión que no sea la
suya. Ya que Esdorak representaría ante el Druida al poder religioso de los
humanos, Joromun debía representar al poder militar, así que se vistió con un
incómodo traje ceremonial de general que el duque había ordenado diseñar para
él. El traje consistía en botas altas, parecidas a las que Joromun usaba casi
siempre, pero que le mantendrían caliente hasta en la nieve, calzón rojo
relleno de algo que parecían tablones de madera, con la corona ducal bordada,
una pesada túnica azul marino, con broches de plata, y un ridículo sombrero
negro, obviamente diseñado para un humano, pues las orejas puntiagudas de
Joromun no entraban en él con facilidad.
Joromun maldijo a los difuntos del duque y del chambelán
cuando vio la ropa que este llevaba, una sencilla túnica de seda blanca
acompañada de calzón y zapatos negros, que se veían muy cómodos. El único
adorno de la ropa del chambelán era un bordado en oro en forma de diamante
sobre el lugar donde debería estar su corazón, si es que lo tenía.
-¿Listo para entrevistarte con el Druida?- le dijo Esdorak
que se encontraba sentado en un banco fuera del cuarto que le habían
proporcionado a Joromun, en su típica pose con las piernas abiertas, los codos
apoyados sobre las rodillas, las manos cruzadas y las mejillas apoyadas sobre
las muñecas, lo cual le arrugaba la cara hasta el punto que sus ojos parecían
solo dos rendijas negras.
-Casi, ¿Cómo debo referirme a él?- preguntó Joromun
-Como Su Druididad
-¿En serio?- Joromun ya estaba cansado del humor de Esdorak
-Pues si, en serio. Yo no hice a los enanos así de
imbéciles, aunque seguro que si preguntas a quien sea también me culpan de eso.
Si no te suena muy rebuscado dile “Mi señor Druida”, así al menos no te
descojonaras en su cara intentando recordar lo de Druididad.
-¿Y es el Druida...?
-Druida. Los druidas no tienen nombre, o bueno, lo tienen,
pero lo dejan atrás cuando se convierten en el Druida. Te diría su nombre, pero
tu eres capaz de empezar a compadrearte con él.
-Hay que tener amigos hasta en los infiernos, y llamarlos
por su nombre
-Yo tengo amigos hasta en el más recóndito de los infiernos,
y te aseguro que allí es mucho mas fácil hacer amigos que en Cenícea. Vamos-
Esdorak se levantó con agilidad y se encaminó seguido de Joromun hasta la Sala
del Núcleo, el gran salón del Druida
-Creí que a los religiosos humanos no se os permitía tener
tratos con gente de los infiernos- dijo Joromun sonriendo mientras caminaban
-¿Intentas jugar a ser yo?, eres mas interesante de lo que
pensaba-
-¿Os intereso, chambelán? Iré ahorrando para un buen
escultor que talle mi cara en mi tumba- Esdorak se detuvo de golpe y miró a
Joromun con visible enfado
-Recuerda que estamos del mismo bando, elfo
-Si, el bando de los ganadores. ¿Qué pasará cuando empecemos
a perder?-
-Ese dia, espero no encontrarme contigo en el campo de
batalla.- y ambos siguieron caminando hacia la Sala del Núcleo. “Es decir, que
más me vale hacer que siga siendo el duque Lenard quien tenga la hegemonía o
seré testigo de la rapidez con la que Esdorak cambia de bando” pensó Joromun.
-¿Sois fiel a alguien mas que a vos mismo?- tuvo que
preguntar. No tenía miedo de Esdorak, ya que si él era maestro en engaños
Joromun no andaba corto en estos. “Y yo no necesito a alguien que mate por mi”
-Si, soy fiel al duque. Y mientras el duque siga dejando que
yo me encargue del ducado seguiré siéndole fiel. El que no me gusta nada es su
hijo, pienso que en cuanto su padre muera le va a regalar el ducado a los
elfos. No os lo toméis a mal, Joromun, pero pienso que los humanos, al ser los
que menos importancia le hemos dado a la pureza de sangre, somos la raza que
mejor se ha adaptado al mundo, y que ya va siendo hora de que este nos
pertenezca-
-Desde la caída de Edai Gan os pertenece
-Muy buen trabajo aquel, por cierto. A ver, seré claro, ¿Qué
nos pasó a todas las razas cuando El Reino dominaba?
-Nos vimos jodidos por los reptiles
-Muy bien. Ahora somos los humanos los que tenemos el
dominio de todas las diferentes regiones, ¿Hemos jodido a los elfos, a los
enanos, a los trasgos, incluso a los reptiles o a los gavens de quienes no te
puedes fiar nunca?
-Supongo que soy un claro ejemplo de que no
-¿Y crees que pasaría igual si la raza dominante fuera
otra?, ¿Sabes por que Oydeon te odia
tanto?- Joromun negó con la cabeza- Pues porque los elfos le tenían de heraldo,
pero a las espaldas le llamaban bufón, y cuando tu les serviste a los reptiles
aquel castillo en bandeja de plata, sus nuevos amos ya no le llamaban bufón a
sus espaldas, sino en su cara.
“¿Cómo puede saber aquello?, ni siquiera el barón Crimaud
sabía que yo había matado a los príncipes élficos”
-¿Sigues sin tenerme miedo?-le dijo Esdorak mientras le daba la espalda
y entraba en la Sala del Núcleo. “¿Cómo sabe que no le temía?, pero, y ahora
¿Le temo?”
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