viernes, 13 de julio de 2012

Segundo al mando - 3ª parte


Segundo al mando – 3ª parte

El Druida no era solo el líder político de Cenícea, sino que también llevaba consigo el cargo de rebuscado nombre de Mayor de Runas, que traía consigo el liderazgo espiritual. Ya que el cargo de Esdorak de chambelán también traía consigo un importante puesto en la Iglesia del Diamante de los dioses humanos este consideró apropiado vestirse con las ropas de religioso, algo que no le parecía muy buena idea a Joromun, ya que sabía que ,si bien los enanos no son muy religiosos, no se toman a bien ninguna religión que no sea la suya. Ya que Esdorak representaría ante el Druida al poder religioso de los humanos, Joromun debía representar al poder militar, así que se vistió con un incómodo traje ceremonial de general que el duque había ordenado diseñar para él. El traje consistía en botas altas, parecidas a las que Joromun usaba casi siempre, pero que le mantendrían caliente hasta en la nieve, calzón rojo relleno de algo que parecían tablones de madera, con la corona ducal bordada, una pesada túnica azul marino, con broches de plata, y un ridículo sombrero negro, obviamente diseñado para un humano, pues las orejas puntiagudas de Joromun no entraban en él con facilidad.
Joromun maldijo a los difuntos del duque y del chambelán cuando vio la ropa que este llevaba, una sencilla túnica de seda blanca acompañada de calzón y zapatos negros, que se veían muy cómodos. El único adorno de la ropa del chambelán era un bordado en oro en forma de diamante sobre el lugar donde debería estar su corazón, si es que lo tenía.
-¿Listo para entrevistarte con el Druida?- le dijo Esdorak que se encontraba sentado en un banco fuera del cuarto que le habían proporcionado a Joromun, en su típica pose con las piernas abiertas, los codos apoyados sobre las rodillas, las manos cruzadas y las mejillas apoyadas sobre las muñecas, lo cual le arrugaba la cara hasta el punto que sus ojos parecían solo dos rendijas negras.
-Casi, ¿Cómo debo referirme a él?- preguntó Joromun
-Como Su Druididad
-¿En serio?- Joromun ya estaba cansado del humor de Esdorak
-Pues si, en serio. Yo no hice a los enanos así de imbéciles, aunque seguro que si preguntas a quien sea también me culpan de eso. Si no te suena muy rebuscado dile “Mi señor Druida”, así al menos no te descojonaras en su cara intentando recordar lo de Druididad.
-¿Y es el Druida...?
-Druida. Los druidas no tienen nombre, o bueno, lo tienen, pero lo dejan atrás cuando se convierten en el Druida. Te diría su nombre, pero tu eres capaz de empezar a compadrearte con él.
-Hay que tener amigos hasta en los infiernos, y llamarlos por su nombre
-Yo tengo amigos hasta en el más recóndito de los infiernos, y te aseguro que allí es mucho mas fácil hacer amigos que en Cenícea. Vamos- Esdorak se levantó con agilidad y se encaminó seguido de Joromun hasta la Sala del Núcleo, el gran salón del Druida
-Creí que a los religiosos humanos no se os permitía tener tratos con gente de los infiernos- dijo Joromun sonriendo mientras caminaban
-¿Intentas jugar a ser yo?, eres mas interesante de lo que pensaba-
-¿Os intereso, chambelán? Iré ahorrando para un buen escultor que talle mi cara en mi tumba- Esdorak se detuvo de golpe y miró a Joromun con visible enfado
-Recuerda que estamos del mismo bando, elfo
-Si, el bando de los ganadores. ¿Qué pasará cuando empecemos a perder?-
-Ese dia, espero no encontrarme contigo en el campo de batalla.- y ambos siguieron caminando hacia la Sala del Núcleo. “Es decir, que más me vale hacer que siga siendo el duque Lenard quien tenga la hegemonía o seré testigo de la rapidez con la que Esdorak cambia de bando” pensó Joromun.
-¿Sois fiel a alguien mas que a vos mismo?- tuvo que preguntar. No tenía miedo de Esdorak, ya que si él era maestro en engaños Joromun no andaba corto en estos. “Y yo no necesito a alguien que mate por mi”
-Si, soy fiel al duque. Y mientras el duque siga dejando que yo me encargue del ducado seguiré siéndole fiel. El que no me gusta nada es su hijo, pienso que en cuanto su padre muera le va a regalar el ducado a los elfos. No os lo toméis a mal, Joromun, pero pienso que los humanos, al ser los que menos importancia le hemos dado a la pureza de sangre, somos la raza que mejor se ha adaptado al mundo, y que ya va siendo hora de que este nos pertenezca-
-Desde la caída de Edai Gan os pertenece
-Muy buen trabajo aquel, por cierto. A ver, seré claro, ¿Qué nos pasó a todas las razas cuando El Reino dominaba?
-Nos vimos jodidos por los reptiles
-Muy bien. Ahora somos los humanos los que tenemos el dominio de todas las diferentes regiones, ¿Hemos jodido a los elfos, a los enanos, a los trasgos, incluso a los reptiles o a los gavens de quienes no te puedes fiar nunca?
-Supongo que soy un claro ejemplo de que no
-¿Y crees que pasaría igual si la raza dominante fuera otra?,  ¿Sabes por que Oydeon te odia tanto?- Joromun negó con la cabeza- Pues porque los elfos le tenían de heraldo, pero a las espaldas le llamaban bufón, y cuando tu les serviste a los reptiles aquel castillo en bandeja de plata, sus nuevos amos ya no le llamaban bufón a sus espaldas, sino en su cara.
“¿Cómo puede saber aquello?, ni siquiera el barón Crimaud sabía que yo había matado a los príncipes élficos”
-¿Sigues sin tenerme miedo?-le dijo Esdorak mientras le daba la espalda y entraba en la Sala del Núcleo. “¿Cómo sabe que no le temía?, pero, y ahora ¿Le temo?”

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